UN DON OCULTO

 


De camino al Periódico, me acordé del Padre Ángel, no le había contestado a su interés por el desenlace de la citación. Así que decidí pasar a verlo y contárselo en persona.

Como de costumbre, al acercarme a la iglesia del Sagrado Corazón, tenía la duda de si la habían cambiado de emplazamiento y su lugar estaba ocupado por una estación de autobuses. Una larga cola de autocares, estaban estacionados metros antes de llegar a la iglesia. Un devenir de gente se aglutinaba en la acera, unos esperando subir mientras otros bajaban de los vehículos.

Señores con pantalones cortos, sandalias con calcetines blancos y por sí pasaran poco desapercibidos, enfundados en camisas hawaianas. Ellas no menos discretas, vestidos estampados de colores llamativos y un sin fin de flores, grandes pamelas recubriendo sus cabezas, complementadas con telescópicas gafas de sol. Y un elemento en común para todos ellos y ellas, su cámara de fotos.

Daba pánico pasar entre tantos cazadoesr de recuerdos, con sus objetivos apuntando a todas partes y a ninguna en concreto. El ruido de los pulsadores se precedía como ráfagas, uno detrás de otro, ejecutando captura tras captura.

Yo, entre tanto disparo y un sin fin de flashes me sentí privado de mi intimidad. Comencé a acelerar el paso cual  “celebrity” huyendo del foco mediático.

Please, a photo. –Una camisa hawaiana de color verde chillón, se interpuso en mí camino. El tipo, que podría ser mi padre, llevaba una gorra con el logo de la iglesia del Sagrado Corazón, estampado en la parte frontal. Tuve que bajar la mirada, para divisar sus pequeños ojos. A sus gestos de entregarme la cámara fotográfica lo acompañaba una sonrisa de oreja a oreja. Por un momento como agradecimiento pensé en coger la cámara y salir corriendo, a ver si continuaba sonriendo, pero solo fue un pensamiento.

Procedí a coger la cámara y situarme para enfocarlo con la iglesia de fondo, en esos momentos por el objetivo vi como empezaban a aparecer más personas  junto al individuo de la camisa hawaiana. Separé mí mirada del objetivo para comprobar que pasaba. El retrato individual se convirtió en una postal colectiva. Habían bajado todos los pasajeros de su autobús y decidieron unirse al posado. Ni que decir, que no hizo falta pedirles que sonrieran, como buenos turistas ya venían con la sonrisa incorporada de serie. Eran unos profesionales en el arte de la fotografía.

Una vez los tuve bien cuadrados, disparé varias veces para asegurarme que alguna saldría bien y poder escapar de allí. Pero mi plan se vino abajo, cuando empezaron a venir hacia a mí en fila de a uno, para agradecer mi acción. Parecía yo el Padre Ángel dando la bendición a los feligreses. Cada fiel se acercaba a mí, juntaba sus manos, como si estuviera rezando e inclinaba la cabeza, así durante treinta y cinco veces que era el número de pasajeros que cabían en el autocar. Ya podría haberme tocado un mini bus.

Tras la multitudinaria ceremonia de agradecimiento y despedida, aproveché el vacio que se hizo, para entrar por la rectoría.

La puerta del despacho del padre Ángel estaba entre abierta, piqué igualmente tres veces como de costumbre.

Hola Padre, soy Toni ¿puedo pasar? –El Padre Ángel se encontraba en su mesa como siempre envuelto de papeles y carpetas. Su mesa me recordaba a la mía del periódico, todo bien revuelto pero seguramente organizado.

Adelante hijo, no te quedes en la puerta pasa y siéntate que te prepararé un café. –E inició su habitual ritual de café e infusión.

Perdone por no haberle contestado el mensaje, pero preferí contarle lo sucedido en los juzgados personalmente. –Una vez acabó de preparar las bebidas calientes, tomemos asiento y expliqué con todo tipo de detalles la declaración ante el juez Castro.

Una historia increíble, porque me la cuentas tú, que si no, tendría mis dudas por lo surrealista que es. Aunque, ha sido todo muy sencillo, sin más habéis quedado libres de cargos. Habéis tenido mucha suerte. –El Padre cogió su taza humeante y degustó su secreto elixir de hierbas prolongadamente.

¿Usted, cree que hemos tenido suerte? El video ha sido una prueba absolutoria rotunda, no dejaba lugar a ninguna duda. Yo creo que se ha hecho justicia.

Sí, justicia se ha hecho, pero lo raro es que la haya hecho tan rápido, la justicia es lenta. Parece como si el juez tuviera ganas de quitarse el asunto de encima. –Y comenzó a frotarse la barbilla, como buscando una palabra más concreta a lo que quería decir.

A ver si usted, también está pensando igual que Philippe, que en esta decisión hay algún tema no resuelto entre el juez y el Ayuntamiento y nos ha utilizado. –Al parecer todos veían algo más en aquella decisión del juez Castro.

Bueno más que utilizaros, la palabra que yo andaba buscando es, manipularos. El juez Castro es evidente que ha visto que la denuncia fallaba en su forma y en lugar de instar a denunciar a Fernando por parte del Ayuntamiento. Lo que ha hecho es omitir ese paso, que siendo un juez es algo grave y dejaros marchar sin cargos. Yo veo algo raro ahí. –Y se encogió de hombros sin saber decir porque actuaba así el juez.

Como le he dicho a Philippe, no me importa lo que tenga el juez contra el Consistorio, de momento esta de nuestra parte, compartimos por una cosa u otra, el mismo objetivo, el Ayuntamiento.

Debes de tener mucho cuidado Toni, puede ser un buen aliado, pero recuerda que es un juez. Es quien interpreta las leyes y en este caso ha sido favorable para ti  y para Fernando, pero de la misma manera, si a él no le interesa la interpretación puede ser todo lo contrario. Las leyes de los hombres no son divinas, esas son las únicas interpretables de una sola manera, desde la fe. –Fe es lo que iba a necesitar yo para que las cosas salieran bien.

No se preocupe Padre, a partir de ahora valoraré todas las acciones desde otra perspectiva, no me quedaré solo en el hecho en sí. Está claro que en esta vida nada es gratis. –Empezaba a entender que me estaba metiendo en un mundo en que los intereses personales estaban por encima de las personas.

Sí hijo, en esta vida todo tiene un precio, la generosidad y el altruismo son conceptos que no están de moda, incluso cuando se utilizan es de forma interesada. Así que no creas que la gente actuará a tu favor sin más, sin esperara nada a cambio.

Estamos perdiendo los valores y los que nos dedicamos a mantenerlos y difundirlos somos cada vez menos. –Sacó de su bolsillo derecho un pequeño crucifijo de madera y lo besó. La verdad es el que el Padre Ángel siempre había sido el abanderado de las causas perdidas, nunca aceptaba un no por respuesta. Cuando él creía que había una solo posibilidad, aunque fuera mínima de poder hacerlo o de poder continuar, no desistía hasta conseguirlo. Su fe era infinita y yo le admiraba por esa fuerza, que no sabía de dónde sacaba pero le llevaba a conseguir todo lo que se proponía. No era de extrañar que le quisiera tanto la gente y que todo el mundo se prestara a ayudarlo.

Es curioso que diga usted esas palabras, siendo un hombre de fe y tan generoso. ¿Parece que estuviera perdiendo la esperanza en que aún quede gente bondadosa? –Sabía que no era así, porque en mi, aún tenía fe de que fuera una persona de bien. A pesar de todos los motivos que le había dado para que la perdiera.

Sabes que no, la gente es buena por naturaleza. Pero hay que ser realista y decir las cosas como son, es la manera de concienciar y hacer ver que ese no es el camino a seguir. Estamos creando una sociedad individualista, donde se pone por encima de todo el éxito personal y no el colectivo. Eso está provocando el egoísmo y dejando de lado la generosidad, algo que nuestro Señor nos enseñó. Si perdemos eso, perdemos el amor por las cosas en general. Y si no tenemos amor, ¿qué nos queda? La reflexión del Padre Ángel provocó una cascada de imágenes, que se sucedieron por mi mente, momentos y personas importantes en mi vida sin las cuales no tendría sentido nada de lo que había vivido.

Tiene razón Padre, si perdemos el amor, perdemos la esencia de la persona, nos deberíamos mover por ese bello sentimiento. Usted es un ejemplo a seguir y soy muy afortunado de tenerlo a mi lado. ¿Quién si no, me va a llevar por el buen camino? Sabe que soy un poco desastre.

Lo sé hijo, pero tu esencia es buena y aún te sigues moviendo por el corazón y eso me enorgullece de ti. Y lo de desastroso, bueno eso ya poca solución tiene. –Y el Padre Ángel no pudo evitar una sonrisa, ante lo que era evidente. Lo que no tiene solución no es un problema.

Había llegado el momento de dejar al Padre Ángel continuar con sus papeles y quehaceres, aún debía pasar por la redacción y acabar mis tareas pendientes. Nos incorporamos y me fundí en un gran abrazo, de esos que sientes que te dan la vida.

Al salir de la rectoría, seguía el bullicio de turistas intentando captar la mejor foto, esta vez salí bien escorado por el lateral haciendo caso omiso a las peticiones artísticas de mi oculto don para inmortalizar posados. Ahora sabía que si la carrera de periodista se acababa, podría empezar una nueva como fotógrafo de postal.

 

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