SALUDO CORNUTO

 

 



El trayecto hacía la cafetería fue un suplicio. Fernando llamó a uno de sus empleados para que nos viniera a recoger y nada más subirse al taxi, no hizo otra cosa que conectar su móvil vía bluetooth al equipo de sonido para reproducir el dichoso disco del poster del juez Castro.

Se pasó todo el trayecto cantado, bueno más bien balbuceando, porque su inglés no llegaba ni a gibraltareño. Lo malo es que estaba sentado en la parte delantera, de copiloto, sacando su brazo derecho por la ventanilla y haciendo el saludo cornuto. Parecía que no había escarmentado y tenía ganas de visitar otra vez al juez.

Esto no es serio Fernando, tú qué quieres ¿qué nos vuelvan a denunciar? –Bajé del coche, recriminado su actitud.

Venga Toni, la vida son cuatro días, no va a pasar nada porque te dejes llevar un poco. –Fernando abrió la puerta de la cafetería y entró saludando a lo metalero, yo lo dejé avanzar unos metros para que no me relacionaran con él.

Veo que la citación no ha ido del todo mal, más bien parece que venís de un concierto. –Y Philippe en un acto de inconsciencia le devolvió el saludo a Fernando.

¿Tú también Philippe? Mira que doy media vuelta y me voy, ya he tenido bastante con las lecciones de historia de un juez metalero, como para aguantar también a un camarero. –Me senté en el taburete del fondo de la barra esperando a que Fernando calmara sus ánimos.

Pues suerte del juez metalero, porque si no la cosa se hubiera complicado. Philippe ponme una cerveza que vengo seco. –Fernando esperaba a que yo pidiera otra, lo mismo que Philippe. El cual se quedó inmóvil frente al tirador esperando que yo secundara la misma elección.

No, no, a mi ponme un chute de cafeína, a ver si me arregla el cuerpo, demasiadas emociones llevo por hoy. No estoy para celebraciones. –Philippe vertió la cerveza en un vaso de tubo bien frio y volvió a mirarme ofreciéndomelo, pero ante mi negativa con mi giro de cabeza desistió y me preparó un café bien cargado.

No veo, que no lo quieras celebrar, son excelentes noticias que os hayan exonerado de cualquier cargo. Las cosas a veces suceden por algo y que ese juez haya sido tan comprensivo con vosotros, me suena a que hay alguna cosa que vosotros no sabéis. Lo fácil hubiera sido tramitar la denuncia y punto y no molestarse. Sin embargo ese juez se ha tomado la molestia de citaros, escucharos y sin más, aceptar un simple video como prueba absolutoria. No sé, lo veo muy sencillo para lo compleja que es la justicia y su burocracia. –Fernando y yo nos miramos sin saber que decir. Philippe había ido un punto más allá.

El juez Castro, es un profesional y al ver el video, ha tenido claro que Toni no conducía. Ha hecho justicia. –Sentenció Fernando con un tono algo indignado.

No pongo en duda que sea un profesional y efectivamente ha hecho justicia, Toni no era el responsable de las acusaciones que ha realizado el Ayuntamiento. Pero al igual que Toni era inocente, no crees qué al ver que eras tú el culpable no ha actuado. Como defensor de la justicia tendría que haber hecho una propuesta de denuncia contra ti y no lo ha efectuado, lo ha dejado en manos del Ayuntamiento. Creerme aquí hay algo más, yo no me quedaría tan tranquilo celebrándolo. –Y Philippe dio por concluida la celebración, bueno más bien la de Fernando.

No sé Philippe, visto así, tienes razón en que podía haber propuesto abrir diligencias contra Fernando. Es un juez peculiar y no veo nada raro en que haya conectado con Fernando en el tema musical, eso son casualidades, no me imagino al juez Castro colgando un poster de Metallica simplemente porque haya averiguado que a Fernando le gusta. –Quería creer a Philippe pero también iba a ser casualidad que el juez mantuviera una guerra particular contra el Ayuntamiento.

Desde luego que no, pero a través de vosotros puede estar enviando un mensaje al Ayuntamiento, quizás se esté cobrando algún acto del pasado contra él. Bueno no me hagáis caso, a veces me imagino cosas que no son. Y para romper el momento, Philippe le hizo el saludo cornuto a Fernando, a este le faltó tiempo para devolvérselo y comenzar a sonreír de nuevo.

En ese instante sonó el teléfono de Fernando, interrumpiendo lo que iba a ser un nuevo concierto de balbuceos del taxista roquero.

Bueno gente, tendréis que esperar a otro momento para deleitaros con mi música. Era Ivette reclamándome, insinuando que me voy a quedar sin familia y sin casa. –Y se largó, eso sí, gesticulándole a Philippe, qué quien pagaba era yo.

Sabes Philippe, tu observación me ha dejado inquieto y cada vez que pienso en ello, más sentido le encuentro. Será porque estoy metido en tantas cosas que parecen ser lo que no son. Creo que voy a pedirle a Ester, la compañera especialista en los juzgados a ver si puede hacer algunas gestiones para conseguirme algo de luz sobre el juez Castro y el Ayuntamiento. –Ester que se pasaba la vida en los juzgados conocía al dedillo todos los entresijos de la justicia y de los que la ejercían. La llamé y le pedí el favor a título personal, Sandoval no debía enterarse. Ella accedió a mi petición.

Quizás debería haberme callado y guardarme para mí lo que pensaba, no quisiera meterte en otro lio. Bastante tienes ya, como para ponerte en contra también a un juez. –Philippe dándome ánimos, bueno más bien acabándome de hundir y añadiendo otro más, a mi lista de “amigos”.

No Philippe, has hecho lo correcto, nosotros con la euforia del momento no hemos sido capaces de barajar esa posibilidad, que tiene cierta lógica. A más creo que el juez Castro, sí es cierta tu teoría, me podrá ayudar en la causa contra el consistorio. –Empecé a sentir que no me importaba mucho si nos había utilizado en su causa contra el Ayuntamiento, porque eso era algo que podría utilizar en un futuro, pero había de esperar a que Ester me diera algo de luz en este asunto.

¿Te vas a quedar a comer? Hoy tengo unos macarrones al horno que te vas a chupar los dedos, a mí me los hacia la abuela Juliette cuando era pequeño y desde entonces no los puedo comer de otra manera. –El encantador de serpientes había tocado la música mágica capaz de abducirme, fue pronunciar macarrones y ya estaba asintiendo con la cabeza.

Sí Philippe, sabes que a unos macarrones no puedo decir que no. Aunque el saber que la receta es de la abuela Juliette, me da que pensar, tu abuela de italiana tenía poco. –Y con esta afirmación sabía que Philippe entraría a cuchillo.

¿No estarás poniendo en duda a la abuela Juliette, por ser francesa? A caso, ¿no sabes qué la mejor cocina es la francesa? Los macarrones de la abuela Juliette no tienen nada que envidiar a los italianos, es más, tendrías que probar las pizzas que hacía, yo creo que los italianos son unos plagiadores. –Y se quedó tan ancho insinuando que le habían copiado las recetas de su abuela.

Si al final va a resultar que la paella la inventó la abuela Juliette. Esto ya es el colmo Philippe. Venga sírveme esos macarrones antes que me arrepienta. –Ya me estaba arrepintiendo y aún no los había probado.

La verdad es que los macarrones estaban exquisitos, envueltos en tomate y carne picada de manera generosa, recubiertos de queso, que entiendo sería francés, fundido en su justo punto. Más que comer, engullí aquel manjar.

Otro cliente satisfecho con la abuela Juliette. – Philippe anunciaba al resto de comensales su éxito culinario. Yo me puse serio para disimular mi cara de satisfacción después de haber dejado el plato más limpio que si lo hubiera lavado con Fairy.

Solo faltaría, solo eran unos macarrones. Por cierto Philippe, ¿sabes algo de Nadia? –Hacía días que no sabía nada de la subinspectora, su mensaje interesándose por el resultado de la citación con el juez Castro, aún lo tenía pendiente por contestar.

No Toni, hace una semana que no pasa por aquí. Y no quiso hablar del trabajo. Se le veía algo preocupada, o eso me pareció a mí. –Ese ojo clínico no fallaba y sí Philippe creía que la vio preocupada, seguramente lo estaría.

Cogí el móvil y procedí a llamar a Nadia, esa era la mejor manera de asegurarme que estaba bien.

Hola Toni, ¿qué tal? ¿Cómo ha ido la citación? –Sus primeras palabras sonaron cercanas, su tono de voz suave me transmitía calma.

Bien, es una larga historia, un poco surrealista pero muy interesante. ¿Cómo lo tienes esta noche para vernos en Club de Gianni? Tengo algo importante que contarte. –Quería ver a la subinspectora, así que la mejor manera era llamar su atención.

¿De qué se trata? ¿Seguro que todo ha ido bien? –Su tono dejo de ser dulce y suave, para elevarlo y denotar preocupación.

Sí, no te preocupes todo va bien, pero tengo un asunto pendiente y necesitaría que me asesoraras. –No podía explicárselo por teléfono y menos con Philippe delante, sería el primero en apuntarse.

¿Qué estás tramando? Deja de jugar a ser policía y ejerce de periodista, lo tuyo es contar noticias, no adelantarte a ellas. –Su voz resonó a quererme coger por el cuello y apretarlo.

Ya lo verás esta noche, ¿quedamos a las nueve? –Pensé en pasarla a recoger, pero al igual la subinspectora, sospecharía de que sería una cita encubierta.

Está bien, a las nueve estaré allí. Hasta luego. –Y sin dejar que me despidiera colgó. Objetivo cumplido, había conseguido llamar la atención de la subinspectora, aunque no de la forma que me hubiera gustado.

Debía pasar por la redacción y explicarle a Ana como había ido con la citación y finalizar algún que otro trabajo pendiente.

He oído que habéis quedado esta noche ¿qué planes tienes? –Philippe se había quedado inmóvil delante mío durante toda la conversación, yo por algún motivo extraño ni me había percatado de su presencia.

¿Qué estás insinuando? Es una reunión de trabajo Philippe, ni que fueras su padre y te tuviera que pedir permiso para quedar con ella. –Como para insinuarle que tenía interés en Nadia, todavía apreciaba demasiado mi vida  para ponerla en juego. 

Nada, pero como habéis quedado en el Club de Gianni, supongo que habéis quedado para tomar algo y pasar un buen rato que falta os hace a los dos. –Al gabacho no había quien lo entendiera, al momento se comportaba como un padre protector que al segundo siguiente me animaba a quedar con ella. Me tenía desconcertado, yo creo que me animaba a que lo hiciera para así tener una excusa para liquidarme.

Sí hemos quedado en el Club de Gianni, porque Gianni es parte del motivo que quiero explicarle a Nadia. –Lo estaba en revesando de tal manera, que en vez de conseguir que Philippe desistiera en el interés, estaba provocando justo lo contrario.

¿Gianni? ¿En qué andas metido con Gianni? No has tenido bastante con el pobre Fernando, que ahora vas a liar a Gianni y meterlo en algún problema. –Creo que Philippe ya había encontrado una excusa para liquidarme y no era necesariamente el haber quedado con Nadia.

Philippe, tampoco tienes que ponerte así. Aquí todos somos mayorcitos y cada uno asume su responsabilidad, yo no obligo a nadie. Para tú información, es probable que Fernando también forme parte de esto. –Esta última parte, la pronuncié casi sin mover los labios para que no me entendiera.

¿Cómo, qué Fernando también está metido en esto? Ya no sé qué pensar, si tú eres un irresponsable o los demás no tienen dos dedos de frente por seguirte. –Quizás era momento de dejar la conversación, Philippe se estaba acelerando por momentos y no podía explicarle nada de lo que iba a acontecer.

Bueno Philippe, tómatelo como tú quieras pero las cosas no van a cambiar ni yo tampoco. –Ni si quiera le pedí la cuenta, le dejé unos billetes encima de la barra y me fui. A veces Philippe actuaba como si fuéramos críos que se portan mal en clase y necesitan una reprimenda del profesor.

Comentarios

  1. Quiero más!!!!.....la trama se está poniendo muy interesante.........quiero más !!!!!!

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