UNA LLAMADA ANGELICAL


 

Me encontraba en casa, disfrutando de la tarde libre que me habían concedido supuestamente y qué mejor manera, que saborear un buen Macallan de doce años en silencio y relajado en la terraza. Hasta que una melodía inconfundible empezó a sonar, el dichoso móvil. Me levanté y fui hacia el salón donde había dejado el celular. En la pantalla aparecía el nombre del contacto, era Sandoval.

Hola, buenas tardes Sandoval, estoy en casa. ¿En qué le puedo ayudar? –No se me ocurrió que decirle, no esperaba la llamada del redactor jefe en persona, eso no podía ser nada bueno.

Verá, Lessans, le acabó de enviar su artículo, señalándole algunas correcciones que necesito que haga por temas jurídicos, necesito que me lo envíe corregido en una hora, será publicado en la edición de mañana. Madre mía, el Padre Ángel había cumplido con su palabra y con algo más, tenía a Sandoval diciéndome que mi artículo iba a ser publicado.

Verá señor, no entiendo, esta mañana se ha negado por completo a su publicación e incluso lo ha tirado a la papelera. –Por un memento el ego me pudo y quise forzarlo a pedir perdón.

Usted sabrá lo que ha hecho, para que el mismo propietario del periódico me llamara y me ordenara la publicación de su artículo, así que no pida más de lo que ya tiene, pero le aseguro que estaré observándole y al menor error que cometa, lo pondré de patitas en la calle ¿entendido? –Sandoval era mucho Sandoval todavía para mí y me había visto venir antes de que le insinuara nada.

Está bien y lo entiendo perfectamente, no le voy a dar motivos para que suceda eso. Ahora mismo me pongo con la corrección del artículo. No dijo una palabra más y colgó directamente, había quedado muy claro cuál sería nuestra relación a partir de ahora.

Encendí el portátil y abrí el correo electrónico para descargar el archivo que me había enviado. Me puse manos a la obra para tenerlo listo en menos de una hora. La corrección era muy simple, dado que se había molestado en ponerme las posibles alternativas, a cada frase o palabra que había de cambiar. Así que en quince minutos ya lo tenía listo, la esencia del artículo no se perdía y eso me gustaba.

Una vez concluido el artículo no podía esperar más y llamé al Padre Ángel para explicarle lo sucedido.

Enhorabuena hijo, lo has conseguido, me alegro de corazón. Ahora sabes que las cosas se pueden complicar aún más, así que estate muy atento y sí necesitas alguna cosa ya sabes dónde estoy. –No dejaba de sorprenderme a pesar de todo el tiempo que hacía que nos conocíamos, la encarnación de la humildad era el Padre Ángel.

Gracias a usted Padre, quien lo ha logrado ha sido usted, sin su ayuda, mi artículo estaría en la papelera y yo.... bueno, yo no sé donde estaría.

Déjate de lamentos y ponte a trabajar que hay gente que te necesita y estoy seguro de que no les defraudarás. –Tenía razón el Padre Ángel, tocaba ponerse las pilas y dejar atrás los obstáculos. Me despedí de él y prometí mantenerle informado.

Había que comenzar a trazar un plan y poner en aviso a Nadia sobre la publicación del artículo.

En ese momento sonó el timbre de la puerta, no esperaba a nadie en particular, sí fuera fin de semana, al igual no pararía de sonar, pero un jueves a las ocho de la tarde, no era normal.

Me incorporé y quité el pasador y las dos vueltas de llave que tenía la cerradura, abrí y era Begoña. La inquilina del primero A.

Begoña era una de las vecinas que llevaba más tiempo viviendo en el edificio, concretamente desde que se casó. Allí había criado a sus dos hijas y ahora recibía las visitas de sus nietos y nietas, que volvían a llenar la casa de alegría y ruido, después de unos años de soledad y silencio tras la muerte de su marido Paco. Era habitual que de tanto en tanto subiera a visitarme y con ella algún que otro táper, con sus famosas lentejas con morcilla y chorizo que me volvían loco. Solía decirme que tenía que comer más, que estaba muy delgado y que las lentejas me darían mucha energía porque contenían mucho hierro. Era adorable y yo le tenía mucho cariño.

Hola señora Begoña ¿qué tal está? ¿A qué debo ten agradable visita? – Ella odiaba que le nombrara por señora, decía que eso era cosa de ricos y que ella, de eso nada.

Te tengo dicho que no me llames señora, o te voy a tener que tirar de las orejas. Hoy no te traigo nada, pero ahora voy hacer una tortilla de patatas y te subiré un poco para que comas algo. Sí fuera por aquella mujer, en dos días estaba como un cochino cuando lo llevan al matadero.

No se preocupe, estaba a punto de prepararme algo para cenar. Usted dirá ¿en qué le puedo ayudar? –Su cara denotaba preocupación y ese rostro hacía ya tiempo que no se lo veía.

Verás Toni, como bien sabes desde que vine a vivir aquí, vivo de alquiler, es una renta antigua, como la mayoría de inquilinos que estamos. Pues bien, parece ser que el propietario de los pisos, va a vender a una gran empresa inmobiliaria y esta ya nos ha mandado los nuevos contratos de alquiler, que son desorbitados, nadie de los que estamos aquí se lo puede permitir, no sé qué vamos hacer.  Aunque yo también estaba de alquiler, el ático era el único piso, que cuando se construyó el edificio se vendió, por lo tanto mi casero no era el mismo, lo cual significaba que a mí no me afectaba aquella situación.

¿Han intentado ponerse en contacto con la inmobiliaria, o el actual propietario para poder negociar la situación? –Realmente sí que era mi problema también, toda aquella gente, mis vecinos, se podían ver en la calle sin más, estaba claro que había una situación de especulación, en la que el dueño obtendría un gran beneficio y la inmobiliaria lo iba a amortizar rápidamente, utilizando su ubicación céntrica como reclamo.

Sí, lo hemos intentado, incluso hemos contactado con un abogado, pero parece ser que sí el propietario vende, la inmobiliaria puede modificar los contratos y en caso de no aceptar las nuevas condiciones pueden poner nuestros pisos a la venta. –Parecía que la cosa no pintaba nada bien.

Intentaré averiguar alguna cosa, pero necesito saber el nombre de la inmobiliaria que quiere adquirir los pisos. –No podía más que intentar averiguar contra quien estaban intentando luchar, pero más bien parecía la lucha de David contra Goliat.

La empresa se llama, BHC. Ten, esta es la carta que recibimos con su propuesta. –Le di un gran abrazó y Begoña me dio dos besos, despidiéndose escaleras abajo.

Building Holding Company, sabía quién me podía facilitar toda la información que necesitaba y justo trabajaba conmigo. Judit.

Comentarios

  1. la trama de la historia comienza a dar un giro de los acontecimientos....de momento no puedo decir nada más.........pero la cosa promete...!!!!

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  2. Semana a semana....no dejes de escribir

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