BENVENUTO A CASA DI GIANNI, AMICI MIEI

 

 


Había sido un día de muchas emociones y en lugar de estar agotado tenía la sensación de estar enérgico, quizás la noticia de que el artículo iba a ser publicado y que mi pequeña guerra con Sandoval se había saldado con una victoria, había sacudido mi cuerpo con una lluvia de endorfinas que lo mantenía eufórico, aunque una batalla ganada no significaba ganar una guerra.

Así que decidí ir a tomar una copa, necesitaba contar mi éxito y a esas horas solo había un local en la ciudad, el de Gianni.

Me quedaba un poco lejos, para ir caminando, cogí el móvil y probé suerte.

Fernando ¿estás trabajando? Había pensado en pasar por el Club de Gianni, a ver si me podías acercar.­­­­­­ –A Fernando le faltó tiempo, acababa de dejar un cliente y había dada por finalizada su jornada laboral, así que se apuntaba a hacer una copa.

No me había acabado de cambiar de ropa que ya tenía el mensaje de Fernando diciéndome que estaba en la puerta esperando. Cogí la americana, me di un toque de colonia y bajé a toda prisa las escaleras.

Madre mía, Fernando, si no te conociera diría que andas desesperado por una copa ¿cómo se puede venir tan rápido? –Aquel hombre al volante era garantía de puntualidad, menos mal que no era inglés.

Ya sabes que soy un profesional y que mi lema es la puntualidad inglesa. Estaba a dos calles de aquí, por ti no vengo corriendo, qué después tengo que estar dos horas esperándote, que ya nos conocemos. –Qué razón tenía el pobre, mi puntualidad más que inglesa, era de Gibraltar.

Bueno pues acelera, que nos vamos al Club de Gianni, por cierto más vale que a tu mujer no le digas que has ido conmigo, al final me va a crucificar. –Ya había perdido toda la credibilidad después del incidente de la persecución por la ciudad, el último audio de whatsapp de Ivette, contenía tal volumen de palabras subidas de tono que era irreproducible.

- Oye Fernando ¿has recibido alguna denuncia o sanción por el incidente de la persecución del otro día? –Debía poner en aviso a Fernando de lo que podía suceder al publicar el artículo.

- No, la verdad es que no he recibido nada. ¿Debería haber recibido algo? Acaso ¿a ti te han notificado algo? –Su rostro se desencajó al igual que su voz, quizás había sido demasiado directo.

De momento no, pero es probable que a partir de mañana podamos recibir alguna denuncia. Mañana se publicará el artículo en el que dejo entrever algunas cosas que el Ayuntamiento no estaría haciendo bien. Seguramente arremeterán contra mí para intentar evitar que siga por ese camino. Pero me temo que tú,  puedes verte afectado al estar involucrado en el incidente de la persecución. –Fernando desvió su mirada de la carreta para centrarla en mí y sonrió.

Muy bien Toni, si esa va a ser su respuesta, significa que tienen algo que ocultar, no te preocupes por mí, sabes que siempre estoy del lado de los buenos. –Y volvió a centrar su mirada en la carretera, había que desviarse a la derecha para acceder al parquin del Club. No quise preocuparlo más, pero los buenos, no andan a la espera de ser denunciados.

Bajamos del Mercedes y de seguida pudimos percibir la brisa marina envolviéndonos con ese aroma salino pero tan dulce.

El local estaba situado en la parte alta de la ciudad, en una pequeña colina que lindaba con el mar. Era una zona residencial, no muy poblada, solo por grandes villas y gente pudiente. El club estaba orientado hacia la parte del mar, concretamente en su parte más baja. Se podía oír el va y ven del agua justo por debajo de donde nos encontrábamos. La Noche había quedado rasa, apenas se veía alguna nube corretear ante la majestuosa belleza de una  luna nueva brillante, que iluminaba aquellas zonas que no eran contaminadas por la luz artificial.

El silencio de aquel paraje solo era interrumpido por el oleaje golpeando contra las rocas, que con el paso del tiempo, había conseguido ganarle terreno a tan abrupta protuberancia.

Las Siete Llaves, como se llamaba el Club, era un guiño a la historia de la ciudad y más concretamente a la época en que la Casa del León gobernó. Según cuenta la leyenda siete llaves para siete cerraduras, custodiaban la espada que mató aquel león venido de las tierras del Más Allá.

 Espada que se convertiría en símbolo de poder y mando, traspasada de generación en generación. El primer Conde de la Casa, Marcos I, “el protector”, mandó construir una cámara secreta dentro de la casa señorial, dicha cámara había de ser protegida por siete cerraduras y cada cierre debería tener una llave diferente, las cuales estarían en posesión de siete autoridades de la ciudad. Así en el momento de traspasar el poder, todas las autoridades debían consensar la elección del nuevo gobernante, pues cada uno debía abrir la cerradura correspondiente para poder traspasar el símbolo de poder que se encontraba en dicha cámara, que no era otro que la espada del primer Conde.

A día de hoy nadie ha conseguido encontrar dicha cámara, pero la leyenda cierta o no, en parte quedaba corroborada al conservarse seis de las siete llaves.

Quizás la gente acudiera al club de Gianni con la esperanza de encontrar la séptima llave.

En verano el club se dividía en dos zonas; la del interior y la terraza, ni que decir que la terraza era el lugar de moda, había más gente de pie que ocupando asientos y mesas. Una gran carpa blanca envuelta por luces tenues, es lo que se podía ver desde el parquin. Al acercarnos nos encontrábamos con el equipo de seguridad, que flanqueaba la entrada, a mí casi me hacían reverencia cada vez que me veían, la de noches que habíamos compartido en el viejo local del centro.

El suelo era una enorme tarima de madera, formada por grandes listones, que al pasar sobre ellos crujían, simulando la cubierta de un antiguo navío. A la izquierda una robusta baranda de hormigón, recubierta de largueros oscurecidos y sobre esta un ancho pasamanos del mismo color, delimitando la terraza de la parte acantilada de la montaña. Las vistas a esas horas de la noche eran de lo más relajante, el oscuro mar perdiéndose sobre la línea del horizonte, solo perceptible por el reflejo de la gran luna nueva que presidia el firmamento y abajo del acantilado el manto de espuma blanca que provocaba el baile de las olas y las rocas.

Para los más valientes, en el centro había una obertura de donde salía una plataforma flotante, como si fuera un trampolín al mar, el suelo era de vidrio transparente, al igual que su baranda, dando la sensación de estar levitando sobre el agua.

Aquella zona estaba habilitada en pequeñas parcelas, delimitadas por sofás chill out y mesas recicladas de viejos palets, sobre ellos, recipientes luminosos emanando mil y un aromas embriagadores.

Para los más movidos e inquietos en su zona central estaba lo que se podía deducir como pista de baile, donde solo estaba la cabina de Bruno, elevada, como si fuera un altar, dispuesto a dar a sus fieles todo aquello que suplicaran. Como caídos del cielo, habían hilos de luces led, que se iluminaban intermitentemente, insinuando una lluvia de estrellas y cuando no, cambiaban de color al son de la música. El sonido era envolvente y desde cualquier lugar de la terraza la música sonaba igual de bien. Bruno era un profesional y cuidaba su espectáculo hasta el mínimo detalle.

 A la derecha de la entrada, una zona de mesas pequeñas, redondas y muy altas, más bien eran apoya vasos, como los taburetes que las rodeaban, donde sentarse se convertía en un acto de equilibrismo.

Unos metros más adelante y ocupando el fondo, una barra en forma de ele, con cuatro líneas de estanterías repletas de botellas, de todas las marcas, formas y colores. Era el oasis en medio del desierto para los paladares más exquisitos. Gianni muchas noches ejercía de maestro de ceremonias y exhibía su arte con la coctelera y los licores, esa noche no se encontraba allí, así que me acerqué con Fernando a saludar a Bruno.

Bouna sera Bruno ¿ya has regresado de la gira? –Bruno, como deejay profesional que era, siempre andaba recorriendo medio mundo, en su último viaje había actuado por las mejores discotecas de Ibiza.

Bouna sera Toni y Fernando, sí he llegado esta misma tarde y Gianni ya me tiene trabajando, pero que le voy hacer si la gente me quiere. –Bruno como buen italiano no era nada modesto, era un tipo de metro ochenta y cinco muy moreno de piel, al igual que su media melena, que solía recoger con  una cola. Acostumbraba vestir de negro con ropa muy ceñida y con un atuendo inconfundible, su cadena de oro entrelazada de la cual prendía una cruz de madera negra, enmarcada en el dorado metal.

Así que no pasaba desapercibido y tenía enloquecida su fiel parroquia cada noche que actuaba, tanto hombres como mujeres.

¿Dónde está Gianni? –Tuve que subir el tono de voz, precisamente en ese momento el temazo que estaba pinchando, comenzó a ser coreado por todos, era uno de los himnos de la noche que Bruno había compuesto, la gente enloquecía, levantaba los brazos y hacia reverencias, en señal de agradecimiento por esa felicidad emitida en forma de sonido.

Yo cariñosamente lo llamaba Hamelin, porque como en el cuento, en cuanto sonaba su música, todos le seguían al unísono, repitiendo los movimientos y bailes que hacía Bruno sobre la tarima.

 Sin poder despegarse de la tabla de mezclas me señaló la parte interior del Club. Yo le levanté el pulgar, cogí a Fernando, que andaba distraído entre tanta mujer y dejemos atrás la multitud.

Al abrir la puerta entrabas en otro ambiente, todo más calmado, luces cálidas y música relajante sonando por el hilo musical.

 Suelo porcelanaico oscuro,  paredes en blanco recubiertas de maderas nobles hasta media altura, brillantes y lacradas en el tono de la pureza. Algunos retratos en blanco y negro de ciudades icónicas y de personajes como James Dean o Marilyn Monroe, dando un toque vintage y moderno a la vez.

Gianni se encontraba en la enorme barra, que había en frente de la entrada,   la base era prácticamente un único espejo y su parte superior estaba en su totalidad recubierta de mármol negro brillante.

Benvenuto a casa di Gianni, amici miei. –Y tras saludarnos, le faltó tiempo para, sin decirle nada, prepararnos dos copones, los cuales aceptamos sin preguntar ni siquiera lo que contenían.

Madre mía, Gianni, vamos a tener que dejar de venirte a ver, no puede ser que cada vez que elabores un coctel nuevo, seamos tus conejillos de indias.                                     Miré a Fernando, en busca de su aprobación a mi queja, pero Fernando ni respiraba, estaba entusiasmado saboreando el menjunje de Gianni.

Oye, Gianni, me tienes que dar la receta de este cóctel, creo que tendría que poner un servicio de bebidas en el taxi. –Bueno ya lo que faltaba, Fernando dándole ideas surrealistas a Gianni, menudo peligro los dos juntos.

Fernando déjate de tonterías, que después Ivette, dice que te inflo la cabeza y que soy una mala influencia. –Yo poniendo el punto de cordura, eso era algo más surrealista todavía.

Va Toni, que tú serías el primero en agradecerlo cuando te subieras al taxi y te sirviera uno de los cocteles de Gianni. –Por un momento me lo imaginé y la cosa no acababa bien, tuve que borrar la imagen al momento.

Venga Fernando no digas barbaridades y vamos a explicarle a Gianni a qué hemos venido. Tuve que poner punto y final al afán emprendedor de Fernando, ya me veía a los dos haciendo cocteles y yo bebiéndomelos.

Pues mira, ahora que Fernando habla de proyectos, os voy a contar mi última idea para el Club. –Gianni entró a su oficina y apareció con una carpeta llena de dibujos. Para qué abriría la boca Fernando, el espagueti tenía rollo para toda la noche. Menuda nochecita nos esperaba.

A ver Gianni, ¿qué se te ha ocurrido esta vez? Ya quedó claro la última vez que hacer la noche de la pizza, en una coctelería no era demasiado glamuroso y que tampoco valía cambiarla por la noche de la croqueta. – Fernando como siempre ante cualquier idea absurda asentía con la cabeza y su cara se iluminaba como cuando a los niños les dicen, que esa noche van a venir los reyes magos.

Pues no sé por qué es mala idea, la pizza y las croquetas les gusta a todo el mundo. –No pude contenerme y le di una colleja a Fernando.

– ¡Ay! ¡Vale! Ya me ha quedado claro, no hace falta que me pegues. Y por más que quería ponerme serio, era imposible y los tres comenzamos a reír.

Bueno mirar este proyecto, el verano que viene el Club quedará en la parte de la terraza y el interior será un restaurante. La próxima estrella Michelin, caerá aquí. –Fernando y yo contemplábamos los bocetos del diseño y eran realmente espectaculares.

¡Guau! Es una pasada Gianni, si el Club ya es local de moda, con este restaurante vas a ser, el capo de la ciudad. –Me miré a Fernando que estaba muy entusiasmado esperando otra de sus ideas emprendedoras.

Y lo mejor de todo va a ser la carta, será fusión mediterránea, cocina italiana, española y francesa. –Y al escuchar la palabra “francesa” se encendieron todas las alarmas en mi cabeza.

A ver Gianni, explícame eso de la fusión ¿quién te va asesorar en eso? Sí tú la cocina la tienes de adorno en tu casa, que no sabes hacer ni unos macarrones siendo italiano, “mamma mia”. Y me senté para no caerme, imaginándome cual iba a ser la respuesta.

Pues va a ser Philippe. Está triunfando con la hora del Bruch de los jueves y él se va a encargar de los platos franceses y de algunas ideas más que tiene. –Blanco, blanco me quedé, casi se me corta la respiración.

Y por casualidad ¿no te habrá dicho que son las típicas recetas que hacía su abuela Juliette? –No pude contenerme y tuve que preguntárselo.

¿Cómo lo sabes? ¿Tú también conoces las famosas recetas de la abuela de Philippe? Qué gran señora que tuvo que ser y que afortunado Philippe al legarle tanto conocimiento. –No me lo podía creer, el gabacho lo había vuelto a hacer, había hechizado a Gianni, otro devoto más para la causa, ya solo faltaba que hicieran beata a la abuela Juliette.

Sí Gianni, por desgracia conozco la herencia de la abuela Juliette y todo empezó con un cruasán, pero eso es una historia muy larga. –Y aquí di por finalizado el tema no quería tener pesadillas esa noche.

Ferrando y yo le pusimos al día a Gianni de cómo estaban las cosas y qué podría pasarnos tras publicar el articulo. Así que le pedí ayuda, que me informara de cualquier cosa que llegara a sus oídos en los eventos a los que él acudía.

Eso está hecho Toni y es más, si quieres tú mismo vas a poder intentar obtener información de primera mano. Miedo me daba Gianni, con sus proposiciones.

Y ¿cómo la puedo conseguir? –Había que arriesgarse por muy surrealista que pudiera ser la respuesta.

Este sábado la Fundación de Grande hace una gala benéfica para recaudar fondos y homenajear a su fundador. Bruno es muy amigo de la presidenta, la hija de Grande y ha solicitado nuestra presencia para amenizar la gala con algo de música y cócteles. Tú y Fernando podríais venir como parte del equipo, seriáis camareros y así os podríais relacionar con la gente. Pensad que la gente con una copa en la mano habla más de la cuenta. –Era una idea brillante ¿seguro que hablaba con Gianni?

Yo me apunto, de joven estuve trabajando de camarero y soy un artista con la bandeja. –Fernando a lo suyo, apuntándose a un bombardeo.

Me parece una buena idea, pero lo que no me acaba de convencer eres tú Fernando, no quiero hacer de niñera. –Miré a Gianni y después a Fernando y solo de imaginar la situación comencemos a reír sin parar.

La noche se alargó planificando como lo íbamos a hacer y entre idea e idea, Gianni nos iba colando algún que otro cóctel nuevo para que lo probáramos.

Comentarios

  1. el autor sigue en su salsa haciendo descripciones que te obligan a parar de leer.....porque parece que por un momento dejas la realidad para sumergirte en la obra sintiendo que eres parte de ella.....y que lo vives en primera persona.....todo un lujo de lectura al alcance de unos pocos afortunados.

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  2. Afortunado yo, de tener lectores así !!!

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