FREEEENAAAAAA!!!!!!!!!!

 


Pero ¿qué vas hacer? No deberías, puede ser peligroso. No iba a esperar la aprobación de Nadia, cuando ella había actuado pasivamente con mi petición sobre Amadou

No Nadia, aquí hay algo que no me cuadra y tengo que averiguar quién és ese tipo. –Y tal como acabé de desautorizar a Nadia, cogí el móvil y llamé a Fernando.

Fernando, necesito un favor urgente ¿podrías recogerme en la zona de acceso al Ayuntamiento en dos minutos? Sé que pedía algo imposible y seguramente Fernando andaría liado con algún cliente, o haciendo la lista de la compra que Ivettte, le enviaba por whatsapp.

Gracias a Dios Toni, me has leído el pensamiento, Ivette me ha pedido que la lleve a la peluquería, así que estaré ahí en cero coma minutos. Fernando era un crack  y en el fondo sabía que no me negaría el favor, el problema lo iba a tener con Ivette, esto me iba a costar su próxima factura de la peluquería y quién sabe, si también algún que otro tratamiento facial.

Colgué y ya salía por el pórtico del Ayuntamiento, no había perdido de vista al tipo, estaba unos veinte metros por delante de mí. Con la llamada ni me despedí de Nadia, tan solo le hice un gesto de que la llamaría.

Mi objetivo bordeaba el vergel central, avanzando por la calzada, yo no podía perder más tiempo y decidí cruzar por el medio del jardín, de seguida llamé la atención del personal de seguridad, los cuales me recriminaron la acción, a lo cual hice caso omiso y continué mi pisoteo vegetal. Pero lo peor fue que el tipo se giró a los gritos de advertencia y me divisó, comenzó a acelerar su paso, avanzando tras los coches aparcados que había en la vía de acceso, yo entre flor y flor machacada y con la vista en su huida, pensaba que al acabarse la vegetación estaba el pequeño estanque y no era plan de hacerse unos largos, así que tuve que bordearlo y volver a la calzada para no perderlo de vista.

Toni, cuando salgas del recinto, gira a la derecha y en la parada del autobús, me encontrarás aparcado, más cerca la policía urbana no me deja parar. Fernando me sorprendía por momentos, aún no había llegado yo a la salida, que él ya había llegado. Se acercaba el momento clave, mi objetivo estaba en la salida y a mí me quedaban unos cincuenta metros, debía ver hacia donde giraba, sí salía hacia la izquierda la cosa se complicaba.

Pues se complicó, hizo la salida hacia la izquierda y yo debía salir justo en dirección contraria donde me esperaba Fernando.

Por fin llegué a la puerta y a unos diez metros el tipo estaba parado al borde de la calzada, inmóvil, fijando la vista en el móvil y en la carretera, estaba claro que estaba esperando a alguien, seguramente  habría llamado para que lo recogieran, era mi oportunidad de acerarme a él. Pero entonces me quedé bloqueado, no había pensado que le iba a decir: “Oiga, espere soy periodista y quisiera hacerle unas preguntas”.

Mientras yo decidía como abordarlo, apareció de la nada un Audi de color negro, era un modelo de alta gama, con los vidrios tintados de negro, lo cual me impidió ver quien lo ocupaba. El individuo se introdujo en él y emprendieron la macha. Yo comencé a levantar los brazos en dirección a Fernando para indicarle que se acercara. Tan pronto me vio, acercó su Mercedes.

Rápido Fernando, debemos seguir a ese Audi negro ¿lo ves? Justo ahora gira al fondo a la derecha. Me había sentado en el puesto del copiloto, Fernando me miraba perplejo, mientras asentía con la cabeza.

¿Qué pasa Toni? ¿Quién va en ese coche? Y ¿qué te sucede? Te veo alterado. No era lo habitual, subirme en su coche y pedirle que iniciara una persecución, pero alguna vez había de ser la primera.

Verás, no sé quién es el tipo que se ha subido al coche ni quien lo conduce, sé que suena raro, pero confía en mí, tengo un presentimiento y creo que no es nada bueno. –Y ya lo acabé de descolocar al pobre Fernando, que no sabía si mirarme a mi o a la carretera. Seguramente pensaría que lo mejor habría sido llevar a Ivette a la peluquería.

Pues mucha confianza no das la verdad, lo raro es que tú persigas a alguien, cuando lo normal sería justo lo contrario. Fernando aún tenía estomago para bromear y no le faltaban motivos, en algún que otro altercado había tenido que salir por patas y Fernando me había salvado de más de un disgusto. Aún recuerdo, en una manifestación anti vacunas que fui a cubrir, me puse en plan Don Quijote y los molinos de viento se me echaron encima, la aparición de Fernando evitó que quien acabara pinchado fuera yo.

Verás Fernando, el tipo estaba haciéndonos fotos con el móvil a mí y a la subinspectora, el problema es que no sé con quien estaba, ni que hacia allí, pero si algo está claro es que nos tienen controlados, creo que esto va más allá del caso de Amadou, creo que esto tiene algo que ver con el asesinato del empresario que ha conmocionado a la ciudad. Justo en ese momento, al hacerle tal afirmación a Fernando, comprendí la gravedad de la situación, seguramente yo no era el objetivo, si no Nadia, pero ahora yo también estaba implicado.

Pero tú no tienes nada que ver, tú estabas allí por otros motivos, así que no deberías implicarte, eso es cosa de la policía. Fernando tenía más razón que un santo, yo simplemente tenía que cubrir el acto institucional, ya tenía prácticamente a toda la redacción de sucesos investigando el caso.

Bueno, es cierto, pero puedo ayudar a los compañeros de la redacción en obtener alguna pista que seguir, ellos andan metidos de pleno en el caso y cualquier pista puede ser útil. Al igual sería útil, pero qué diría Sandoval si se enterase que había entrometido mis morros en su investigación. Y, ¿Nadia? A ella no le podía ocultar nada, ella era la autoridad y estaba en manos suyas con el caso de Amadou.

El Audi se percató de nuestra presencia y giró bruscamente hacia la derecha, en la primera bifurcación, Fernando atento contra volanteó y encarriló el Mercedes en la misma dirección, la mancha negra empezó a distanciarse, señal de que estaban apretando el acelerador, yo me tuve que sujetar al pasamanos para no acabar encima de Fernando al realizar la maniobra. Le señalaba con el dedo, sin vocalizar una palabra, el camino a seguir. Fernando, embragó con fuerza y metió una nueva marcha a la que le siguió un buen acelerón, yo me quedé incrustado en el asiento, estaba claro que no íbamos a respetar los límites de velocidad. No era la primera vez que con Fernando excedíamos los límites de velocidad, alguna vez incluso había sacado un pañuelo blanco por la ventanilla, agitándolo como si fuera una emergencia, cuando la única emergencia era llevarme al bar de Gianni.

Después de ir serpenteando calles a izquierda y derecha, volvimos a desembocar a la arteria principal, una sucesión de semáforos delimitaban con sus colores el transito, o eso creía yo. Nuestro objetivo, resultó ser daltónico ignorando los colores de precaución, de detenerse y el de pasar, ya no sabía si lo veía o directamente pasaba por ignorancia. Por lo visto ese estado catatónico era contagioso y a Fernando le sucedió lo mismo. Yo por desgracia fui inmune y no me contagié, así que veía como nos saltábamos uno tras otro semáforo en rojo, los cláxones del resto de automóviles sonaban a unísono a nuestro paso endiablado.

Pero Fernando ¿qué no ves que estamos pasando todos los semáforos en rojo? Parecía un hooligan enloquecido, advirtiendo de la situación a Fernando.

Claro que los estoy viendo, igual que ellos, pero si nos paramos los perdemos, tú mismo. –Y mis palabras aún lo alentaron más para introducir una nueva marcha y subir de revoluciones el coche.

Esto es una locura, no sé si deberíamos dejarlo, estamos poniendo en riesgo nuestra integridad y la del resto de conductores y no quiero que esto tenga consecuencias para ti. Era evidente que íbamos en un taxi, así que no pasábamos desapercibido.

Eso haberlo pensado antes, tú has dicho que lo persiguiera y eso es lo que hago. No te preocupes a la velocidad que vamos no hemos dejado indiferente ningún radar  y si llega alguna multa, te la paso a ti. La madre que lo parió, yo preocupándome por él y el tío haciendo bromas mientras nos estábamos jugando la vida siguiendo a un coche fantasma.

La vía principal constaba de dos carriles por sentido y la meridiana de separación era una zona ajardinada que se entrecortaba cada ciertas calles, para dar acceso a la dirección adversa de la marcha. El Audi giró en una de estas intersecciones, empalmando con una salida de la vía principal situada a la derecha del tránsito, en su giro inesperado provocó el frenazo en cadena de los coches que ascendían por el otro lado de la vía, momento que aprovechó Fernando para cruzar de manera agresiva, dejando derrapar el coche de la parte trasera, realizando un giro de ciento ochenta grados, ante tal brusca maniobra mi corazón se disparó y creí habérmelo dejado por el camino.

¡Fernaaaaaaaaannnnndoooooooo!!!!!!! – Fue un grito en ciento ochenta grados de acústica. Él, impasivo ni si quiera advirtió mi grito y ejecutó la maniobra a la perfección. Al entrar en la calle por donde habíamos abandonado la vía principal, un autobús se disponía a iniciar la maniobra de incorporación.

Fernaaaaaaaannnnnnndoooooo, freeeeenaaaaaaa! No me había dejado el corazón por el camino como yo pensaba, en ese momento sentí el latir desbocado del musculo cardiaco clavándose en mi pecho, esta vez, en lugar de perderlo, lo iba hacer explotar.

Vale Toni, ya te oigo, lo estoy viendo igual que tú. Y tal como acabó la frase su pie accionó el pedal de freno hasta el fondo, clavando las cuatro ruedas en apenas unos metros. Yo puse mis manos contra el salpicadero para amortiguar la desaceleración que el cinturón de seguridad era incapaz de absorber. La maniobra fue un éxito y nos quedemos a dos centímetros de la parte trasera del autobús, que al seguir acelerando para incorporarse evitó que impactáramos contra él.

¡Madre mía, Madre mía!!! ¡La madre que me parió!! El subidón de adrenalina fue instantáneo y por mi boca comenzó a desfilar un sin fin de palabras malsonantes, me desabroche el cinturón, abrí la puerta y me bajé del coche. Necesitaba aire, de repente un nudo en el estomago me subió hacia arriba, provocando que me faltara el aire, cortándome la respiración.

¿Te encuentras bien Toni? –Fernando se interesaba por mí desde dentro del habitáculo, pero no reaccionaba, así que bajó del coche y se acercó a mí.

Venga, eso es solo un golpe de ansiedad, respira hondo y extiende los brazos, ahora expira lentamente y baja los brazos, venga unas pocas veces más y ya verás cómo se pasa. Fernando era una caja de sorpresas, al taxi le faltaba una cruz roja, ahora resultaba que era especialista en primeros auxilios. Cuando él para todo, la solución que me daba era que me tomara una copa y si no se pasaba, pues otra más, en esos momentos me estaba imaginando a Femado con la copa de whisky en la mano.

Gracias Fernando, ya estoy mejor y ahora no se si matarte o darte un abrazo.

Comentarios

  1. QUE SUBIDÓN DE ADRENALINA.......AÚN ME TIEMBLAN LAS PIERNAS!!!! FRENAAAAAA....

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