LA CASA DEL LEÓN

 


El edificio estaba situado en el casco viejo de la ciudadela, antiguo poder económico, ahora venido a menos, pero conservaba todo el encanto de las grandes ciudades, apreciando el poder que llegaron a ejercer. La historia se respiraba por cada una de sus callejuelas, estrechas e uniformes, el paso del tiempo había sido inmune para ellas y de ahí que tuvieran un gran valor, tanto arquitectónico como inmobiliario, a mí me gustaba divagar  por ese entresijo de caminos aún adoquinados, cuando caía la noche  y el silencio se apoderaba del lugar, me sentía un extraño en mí propia ciudad. Me imagina como sería vivir en aquella época y qué pensarían ellos si vieran en lo que se ha transformado esto.

El palacete, de origen medieval, perteneciente a los antiguos Condes de la ciudad, quedaba al fondo de la plaza, donde solo había una única vía de acceso, que desembocaba a un espacioso jardín, presidido por una gran fuente que daba lugar a un pequeño estanque, justo en el extremo opuesto al caño de agua, había una talla de piedra, la escultura heráldica de los Condes, un caballero armado atravesando con su espada las fauces de un enorme león.

Valor y lucha, emblema de la casa, lema que según la leyenda, fue lo que acreditó el fundador de la dinastía al derrotar al León de las tierras del Mas Allá, para devolver la tranquilidad a sus habitantes. Los señores del León, como fueron conocidos, trajeron a la ciudad épocas de bonanza y crecimiento y sobre todo respeto por parte de las demás casas. La ciudad como agradecimiento, cada día diez de agosto celebraba la fiesta popular en honor a su protector.

A medida que uno se iba adentrando en la plaza podía observar la grandeza del palacete que presidía aquel espacio verde, isla de oxígeno en medio de la gran urbe. La entrada era un gran pórtico de arcos simétricos, la fachada de líneas rectas y ventanales ovalados y en el centro un gran balcón revestido de columnas de granito. Culminando el edificio las banderas, entre ellas, destacando en el centro y la más grande, la heráldica de la Casa  del León.

Nada más llegar al pórtico un amplio despliegue de seguridad controlaba el acceso al edificio, personal de la policía nacional, identificaba a cada uno de los asistentes, yo ni siquiera me había molestado en comprobar  si estaba acreditado, confiaba en que Judit hubiera hecho las peticiones. Tras pasar unos arcos de seguridad, dos agentes me pidieron identificarme, les di mí documento de identidad y recé para estar en la lista.

¿Periodista, señor Lessans? –No sé si lo afirmó, o es que lo dudaba.

Sí señor, periodista del “ Day at Day”. Contesté con tono firme y sobrio a la autoridad.

Está bien, puede pasar, esta es su acreditación, que tenga un buen día. –Y entregándome la acreditación, donde se podía leer la palabra,  prensa,  inicié mi andadura hacia el interior, mientras un resoplo de tranquilidad destensaba el momento, acordándome de Judit y sus continuas bromas, sobre que algún día me dejaría en la puerta sin acreditación.

El salón de actos se encontraba en la planta baja del edificio, seguramente en su época de esplendor, sería donde los Condes recibirían las autoridades y aristócratas del momento. La sala ocupaba prácticamente toda la base del edificio, disponía de unos grandes ventanales a sus laterales, revestidos por grandes cortinas aterciopeladas de color granate, en su pared principal, la del fondo, se podían apreciar pinturas de gran tamaño, retratos de la dinastía de la Casa del León y momentos históricos de la ciudad, en medio a gran altura, una talla en madera de roble, con su heráldica.

Abajo, una zona eleva, toda de madera, que presidia la sala y en la que habían habilitado una gran mesa para los exponentes.

El techo, lleno de vigas de madera entrelazadas y de ellas colgando, grandes lámparas de araña, dando glamur a tal noble lugar.

Dos grandes puertas daban paso al interior, donde podía divisar la distribución de los asientos, divididos por un pasillo central. En el lateral derecho se había habilitado una zona para la prensa y la televisión, a mí de poco me servía que me asignaran un lugar, mi especialidad en este tipo de eventos eran mezclarme entre la gente, esta vez sería más difícil, dado que los asientos estaban nombrados, pero ya se me ocurría algo para acabar sentado en primera fila.

Todo evento de esta magnitud sigue un protocolo muy aburrido, pero había algo para evitarlo, justo entrando a la izquierda, había una pequeña barra de bar donde se servían refrescos y cocteles a los asistentes, acaba de encontrar mi sitio.

Hola Gianni ¿qué haces por aquí? –Un rostros conocido, entre tanta sobriedad. Era Gianni uno de los barman  más populares de la ciudad, algunos sábados por la noche solíamos pasarnos por su local, un lugar de moda y muy concurrido.

Hombre Toni, ya pensaba que te perdías este acto, hacía rato que te buscaba ¿te sirvo lo de siempre? Gianni era un habitual de los eventos, su prestigio daba un toque de glamur y estaba muy solicitado.

 Aún recuerdo el primer bar de Gianni, era un pequeño local con apenas tres mesas y se pasaba las noches haciéndonos todo tipos de cocteles y bebidas raras, ni que decir que acabamos la noche por los suelos, creo que no hay menjunje que haya inventado el cual no lo haya probado, por aquella época éramos sus conejillos. Al poco tiempo Gianni tuvo pareja, eso dio un vuelco a aquel bar olvidado. Su pareja era un DeeJay de reconocido prestigio, el cual empezó a pichar su tecno en el local y al poco Gianni ya estaba inaugurando el que hoy en día es uno de los clubes de referencia de la ciudad, donde la buena música y los mejores cocteles se unen para crear noches mágicas.

No Gianni, mejor ponme algo suave, un ginger con unas gotas de vodka.  Era por decirle algo, conociendo a Gianni, me iba a servir lo que quisiera él.

Ten este, es el especial de la casa para eventos aburridos, a ver qué te parece. Sonrió pícaramente, sabiendo que no le diría que no, la copa en si tenía un color rojizo y en su superficie flotaba una rodaja de limón. Lo probé y no sabría decir que era, pero a la vez eran muchas cosas, no quise preguntar sobre sus ingredientes y le levanté el pulgar dándole mi aprobación.

Sabía que te gustaría, no me he atrevido a servirlo en este tipo de eventos, la gente es de aparentar, aunque se le vaya los ojos detrás de cualquier botella con alcohol, te puedes creer qué alguno me ha pedido un whisky sin alcohol, si llego a estar en mi club lo echo fuera. –Y comencemos a reír, llamando la atención de la gente que teníamos a nuestro alrededor.

Menos mal que te suelo encontrar en estos actos, porque para mí son un castigo, tú que estás al tanto de todo ¿qué comenta la gente? Gianni y su pareja  Bruno, solían acudir para amenizar fiestas de empresarios y famosillos, así que dominaban el mundillo de la alta sociedad y sus entresijos.

Bueno, según me han contando algunos conocidos, parece que el proyecto que presentan, esta mayormente patrocinado por empresas privadas, todas ellas relacionadas con el Ayuntamiento. Algún empresario que se ha quedado fuera por no aportar la cantidad solicitada, anda bastante enfadado dado que la contraprestación por este servicio le supondrá perder varios contratos públicos y eso es mucho dinero que dejará de ganar. Mira, es ese señor del traje gris y corbata morada, su empresa se dedica a la reforma y al suministro de material para la construcción. –Y mientras me señalaba con la mirada al personaje, Gianni preparaba un coctel, volteando botellas y agitando coctelera en mano, la verdad es que era un artista y era todo un espectáculo ver lo rápido que ejecutaba todos los movimientos, yo al primer intento le habría lanzado al cliente la botella a la cabeza.

Muchas gracias señor. Agradeció a Gianni una voz femenina, Gianni replicó con una sonrisa de agradecimiento.

La voz me resultó peculiar y me giré ante la curiosidad, era Nadia.

Comentarios

  1. Una recreación en las descripciones excelentes......personajes muy vivos.....quiero más !!!!!

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