¡ TAXI !

 


¿Qué haces aquí tan pronto? ¿No deberías estar en la redacción? – Por la cara de Philippe ya sabía que estaba imaginando cosas que no eran.

Ponme una cerveza. No, eso no, que estoy trabajando, ponme un café lo más concentrado que puedas, a ver si me calmo un poco. Mi plan de los descafeinados al garete, Sandoval me había vuelto a sacar de quicio y a pesar que Ana había conseguido calmarme, seguía sintiéndome algo frustrado.

Está bien, pero cuando te veo tan dubitativo es que algo no anda bien ¿qué es lo que no tienes claro? Quizás llevaba escrito en la frente mi estado de ánimo, tan solo había pedido un café, creo que si pusiera un diván en su despacho, se ganaría un sobresueldo, aunque conmigo le bastaba solo un taburete.

Verás Philippe, es como me trata Sandoval, no me da una oportunidad, me tiene en artículos de segunda y mientras toda la redacción está implicada en la investigación de un asesinato, yo adivina ¿dónde voy? Por un momento Philippe miró hacia la puerta, era obvio que a este paso era el camino a seguir, por momentos me veía más fuera que dentro del periódico.

No te preocupes Toni, todo llega, no creo que Sandoval tenga nada en contra tuya, tú mismo dices que trabajas con los mejores, entonces si estás ahí debe ser por algo, aprovecha la oportunidad y céntrate en el presente, pensando en lo que podrías hacer, dejas de hacer lo que puedes ahora. El terapeuta de taburete sabía decir las palabras justas. Era hora de poner en práctica ese pensamiento y demostrarle al redactor jefe, porque estaba yo en esa redacción.

Creo que te voy hacer caso y voy a centrarme en mi artículo de hoy en el salón de actos del Ayuntamiento, mirándolo bien promete, acudirán muchas personalidades de entidades importantes y estarán los altos cargos por allí, creo que va a ser divertido. La terapia y la cafeína habían conseguido tranquilizarme y una sonrisa era la prueba más evidente.

Bueno, ya me contarás y recuerda, centrarse no es liarla, que nos conocemos. Le di un último sorbo al café, cogí mi mochila y le guiñé un ojo a Philippe, emprendiendo el camino hacia el ayuntamiento.

Para variar ya iba justo de tiempo y andando no llegaría, así que decidí coger un taxi. Para mis carreras de última hora tenía un contacto al cual siempre ponía en un compromiso, dado que nunca lo avisaba con antelación de que iba a necesitar sus servicios.

Fernando, llevaba toda la vida curtido al volante de su Mercedes, venía de una tradición familiar de taxistas, que inició su abuelo. Fernando y yo teníamos una relación de años, coincidimos en la autoescuela sacándonos el carnet de conducir, por aquella época él ya me hablaba de su abuelo y los viajes que hacía por todo el país con el taxi, quería ser como su abuelo, quería vivir aventuras y conocer lugares y vaya si lo hizo. Se recorrió el país de punta a punta, hasta que un día conoció a Ivette y decidió que su vida estaba aquí.

Un buen día, después de muchos años sin vernos, solicité un taxi y cuál fue mi sorpresa cuando apareció Fernando con su Clase C de color negro para recogerme, desde entonces el único taxi que cojo es el suyo. Yo abusaba un poco de nuestra amistad, pero Fernando siempre estaba disponible para mí y eso era algo que yo valoraba mucho. Una vez le hice protagonista de uno de mis artículos y creo que desde entonces no le va mal el negocio, amplió la flota con un par de coches más.

Buenas Toni, te veo en forma ¿dónde vamos hoy?  Madrid, Sevilla ¿nos vamos al Dakar o tienes una cita? Fernando estaba acostumbrado a peticiones insólitas por mi parte, así que ya no lo podía sorprender, una vez me lo llevé a la feria de Sevilla, le faltó tiempo para apuntarse. Ivette temblaba cada vez que le decía que tenía un viaje conmigo, pero confiaba en mí.

Que cachondo que eres Fernando, cualquiera diría que te pido viajes imposibles. Hoy algo tranquilito, tenemos que ir al Ayuntamiento, tengo que cubrir un acto. Fernando que me observaba por el retrovisor interior, negaba con la cabeza y mientras yo asentía moviendo la mía arriba y abajo.

Vaya, ya estaba por llamar a Ivette y decirle que teníamos una salida de las nuestras, la necesito, entre ampliar el negocio, la familia y la gente loca que se sube a este coche, necesito una escapada, así que ves pensando en ello. Parecía que yo no era el único que iba un poco estresado, pero él con mayor motivo.

Me lo apunto y cuando tenga unos días libres lo hablamos, por cierto tú que te enteras de todo ¿sabes algo del acto de hoy en el Ayuntamiento? Fernando a parte de salvavidas, era un gran confidente, por su oficio conocía mucha gente, el ir y venir de pasajeros le aportaba una información extra, el taxi para algunos era la barra del bar de otros y Fernando se convertía  en el confesor de muchos. Otras veces eran conversaciones telefónicas comprometedoras y lo más importante, la emisora, aquella herramienta era una fuente continua de información y chascarrillos, no había suceso del que ellos no tuvieran cuenta al momento, a más solían estar conectados con la frecuencia de emergencias. En sus descansos aquello se convertía en un chat oral del whatsapp, donde iban comentando el quehacer de la jornada y todo lo sucedido.

Sí he oído por la emisora que había bastantes viajes al Ayuntamiento, llevando autoridades y personajes de renombre, se debe estar moviendo algo  importante. Fernando solía conducir a una mano, con la izquierda, su mano derecha parecía un aspaviento señalizando sus palabras. Yo lo veía como un director de orquesta, marcando el ritmo del tráfico.

Solo es un acto de presentación de un proyecto social, nada importante. El día que Fernando tuviera un coche automático, sería un espectáculo verlo con las dos manos libres, gesticulando.

Pues no debe ser algo tan simple, como dices tú, según he escuchado, acuden importantes empresarios, banqueros, el delegado del gobierno incluso las televisiones, hay un despliegue de policía importante y sin contar los políticos de turno para posar en la foto. Fernando soltó el volante para sacar la mano por la ventana y saludar a un compañero, mientras con la otra que ya la tenía libre, tocaba el claxon, prácticamente ya era automático el coche.

¿Hay alguien en la ciudad que tú no conozcas? Lo de ir de incognito contigo es una misión imposible, a este paso cuando llegue al Ayuntamiento me van a poner la alfombra roja. A pesar de la broma, era una bendición Fernando y sus contactos, gracias a él conseguí el piso de alquiler donde vivía y me lo negoció con renta antigua, la lista de cosas era interminable, la verdad que mi adaptación a la ciudad se la debo a él en su mayor parte.

Habló el señor no conozco nadie, cuando te digo lo de montar el bar de copas, te lo digo en serio, entre los que yo conozco según tú y los que te conocen a ti y tu desconoces, nos forraríamos. Era el típico debate entre Fernando y yo, los dos habíamos tenido un pasado y ahí debía quedarse, a estas alturas no me imaginaba a los dos sirviendo copas, sería una autentica ruina, invitaríamos a todo el mundo. Me puse el dedo índice en la sien y le insinué que estaba loco.

Bueno lo dejamos para otro día el debate, te llamo cuando salga y ¿me pasas a recoger? Y si sabes algo me avisas. Fernando tuvo que parar unos cincuenta metros antes de llegar al Ayuntamiento, la policía tenía acordonada la entrada y solo podían parar las autoridades. Saqué un billete y lo dejé en el asiento de atrás, era la única manera de pagar, Fernando no me dejaba hacerlo, de esta manera no lo quedaba otro remedio que recoger el  dinero.

 

Comentarios

  1. Una trama interesante y unos personajes que se consolidan cada vez mas....

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