LA REDACCIÓN : PARTE 2

 


Ya habían transcurrido algo más de dos años desde que pisé por primera vez la redacción y cada mañana al entrar tenía la misma sensación, la de sentirme un privilegiado por hacer lo que más me gustaba y me pagaran por ello. Yo fui el último en incorporarme a la sección de sucesos, de ahí que mi mesa estuviera al final de todo, pero eso me permitía controlar todos los movimientos que ocurrían y lo más importante, los movimientos de Sandoval.

Al iniciar la jornada, Sandoval nos reunía y repartía las tareas, claro a mí me solían quedar los restos, el último en llegar, el último para repartir. Así que andaba de  becario para los recados y de comodín, dispuesto a cubrir cualquier noticia urgente cuando no había nadie más disponible para ello.

Esto que en principio era una desventaja, me había convertido en el periodista más solicitado, menos en contabilidad y administración, había trabajado en todas las redacciones, a este paso me veía cubriendo las vacaciones de Alberto en la recepción con uniforme y sombrero.

Sandoval, tenía especial predilección por Lucas y Ester, eran dos periodistas de raza, dos sabuesos, también eran los más veteranos, a mí me encantaba trabajar con ellos, eran perros viejos y sabían dónde y cómo encontrar  la noticia. Lucas prácticamente vivía en la comisaría de policía y Ester en los juzgados, así que tenían una larga lista de contactos, fuente de información continua.

Eva, que ocupaba la mesa anterior a la mía, procedía de la redacción de economía, yo no utilizaba calculadora cuando ella estaba por allí, ni que decir que cualquier informe con un solo número pasaba por sus manos.

David, que estaba en paralelo con Eva, siempre andaba en disputas por estar al lado de la ventana, pero este dominaba el tema administrativo, así que todos los contenciosos los acababa ganando, de momento. Si no sabía a qué departamento de la administración había de acudir, David era el hombre adecuado para guiarme.

Y al lado mío, estaba Judit, ninguneándome el acceso a la cafetera, me tenía más controlado que Sandoval, prácticamente tenía que hacerle una instancia para poder acercarme a ella. Era la chica del papeleo, cualquier solicitud, trátame y gestión pasaba por sus manos, era mi salvavidas, dado mi gran habilidad con los trámites.

Y coordinando el equipo estaba Ana. Sandoval no sé si era consciente, de que todo el engranaje funcionaba gracias a ella, era la verdadera artífice del éxito de la redacción de sucesos. Ana se puede decir que fue mi mentora y seguía siéndolo, desde el primer día conectemos y me hizo las cosas fáciles, porque yo a ella la verdad, no se las ponía demasiado, tendía a no escuchar ciertas órdenes cuando provenían de Sandoval y ella era el cortafuego que evitaba males mayores. Era a la única persona que realmente obedecía sin rechistar.

La puerta del despacho se abrió, aparecieron unos zapatos negros picudos, su vestir ya indicaba la seriedad del personaje, pantalones grises de corte recto y camisa blanca abotonada hasta el último botón, dando la sensación que en cualquier momento le iba a faltar el aire. Si algo era característico de Sandoval, era su interminable colección de chalecos, siempre en tonos oscuros, creo que al igual que su interior.

Su mirada se enfocaba detrás de unas gafas plateadas de ópticas circulares, dándole un aspecto de intelectual de biblioteca, que ocultaban sus pequeños ojos  y disimulaban sus bolsas y ojeras, pero su rasgo más destacado era su bigote canoso, que ocultaba una antigua cicatriz, quizás alguien le dejó ese recuerdo de juventud ante tan prepotente boca desairada.

Portafolios en mano, donde su alianza indicaba compromiso, no había un solo cabello despeinado al corte de su ralla izquierda, corte que transmitía la autoridad del que lleva los galones.

Se detuvo ante la puerta de su despecho, sabiendo que al advertir su presencia nos acercaríamos hacia él. Sacó un folio en el que había escrito las tareas de cada uno.

Buenos días señores, empezamos un día complicado, el director quiere que avancemos y quiere empezar a ver resultados ya, así que Lucas y Ester  pónganse las pilas. Lucas, necesito ya algún nombre del posible sospechoso. Ester, confirma que la fiscalía lo tiene y que está trabajando en eso. Con tono alto y sobrio, Sandoval había dejado claro a sus dos sabuesos que quería de ellos, no hubo replica y al momento abandonaron la redacción.

Eva, revisa todos los informes económicos que haya disponible de la empresa de la víctima, algo, encuentra algo, algún número fuera de lugar  una coma, un decimal mal puesto, pero quiero algo ya. Eva asintió y bajo la mirada, Sandoval le estaba apretando demasiado en algo que no dependía de ella, los números son los que son.

David, quiero que obtengas todos los contratos con la administración y los privados también, quiero saber hasta el último papel que firmó antes de morir, algo se nos pasa y debe estar en algún documento. David llevaba días recopilando  información incluso tenía la partida de nacimiento de la víctima, si había alguna pista en algún documento, él la tenía entre tanto papel.

Y usted, Judit, vuelva a insistir en el registro mercantil, en el registro civil, en hacienda, en cualquier lado donde se haya de realizar un trámite, cualquier papel en el que aparezca el nombre del presunto sospechoso, quiero saberlo todo antes de que salga a la luz su nombre. A Judit, tan solo le quedaba jaquear al CNI, para obtener más información, había conseguido hasta una solicitud de matriculación en el instituto del sospechoso.

Bueno y usted Lessans, quiero que vaya al salón de actos del Ayuntamiento, donde se presenta una campaña de acogida, donde colaboran diferentes oenegés y entidades benéficas. Quiero su artículo antes de que acabe la jornada, recuerde que usted va a trabajar y no a una fiesta. Le faltó tiempo al redactor jefe, para insinuar mi profesionalidad, estaba claro que no era su ojito derecho y mientras todos trabajaban en la misteriosa muerte de un conocido empresario relacionado con una trama de favores, a mi me enviaban a cubrir un acto, el cual no tenía más sentido que el de rellenar un trozo de papel para el que no tenían asignado otra cosa y quien se detuviera a leerlo sería por equivocación.

Verá, jefe....... No pronuncié dos palabras que Ana me cogió del brazo y me llevó al fondo de la sala.

Calla, no seas bocazas y piensa las cosas dos veces antes de hablar. Ana me conocía y sabía que las siguientes palabras iban a expresar mi mal estar por asignarme noticias de tercera y no de forma muy agradable, dándole a Sandoval lo que buscaba para dejarme en evidencia dentro del periódico.

Pero Ana, no ves que siempre soy yo, siempre me toca a mí, no me siento valorado, yo estoy capacitado igual que los demás pera estar al pie del cañón, Sandoval, nunca va a confiar. Mi frustración era evidente, en momentos así deseaba tirar la toalla y dejarlo todo, suerte que tenía a Ana, ella confiaba plenamente en mi.

Claro que eres capaz de eso y de más, tú estás a la misma altura que ellos, si no piensa que no estarías trabajando aquí. Sandoval es de la vieja escuela y quiere que te curtas desde abajo, como hizo él en sus inicios y quizás tiene parte de razón, tienes que ser más paciente, un día llegará tu oportunidad y seguro que estarás preparado. Pero hasta que llegue ese día, intenta aprender de los demás, aquí tienes a los mejores periodistas de la ciudad y a Sandoval, una autoridad en nuestra profesión, que es quien manda y aunque no lo creas de quien aprenderás más.

Venga Ana, la única persona que confía en mí y de quien estoy aprendiendo eres tú, sí fuera por Sandoval ya estaría en la calle. A pesar de las palabras conciliadoras de Ana, no sentía nada de lo que decía.

Estás reaccionando tal como quiere que lo hagas, mostrándote débil, debes ser más inteligente y demostrar tu talento escribiendo, no hablando, en el fondo es lo que él espera de ti y hasta que no suceda no subirás un escalón más. Ana siempre sabía poner las palabras que yo necesitaba oír, para calmar mi ego y bajarme al suelo, sabía cómo motivarme e invertir las situaciones.

Te haré caso, porque confío en ti y me ha costado demasiado sacrificio llegar hasta aquí. Ana me cogió la mano apretándola con fuerza y sonrió y de inmediato se dirigió al despacho de Sandoval. Yo me puse la americana y cogí mi mochila, el acto era al mediodía, quizás aún me daba tiempo de pasar por la cafetería y levantar los ánimos con un buen chute de cafeína.

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