¿DESCAFEINADO? NO GRACIAS

 


A veces debemos salir de la rutina, infringir nuestras propias reglas y sentirnos prófugos de nuestra conciencia. No está de más sacar el niño que llevamos dentro, improvisar  y sentir esa inocencia del que descubre algo por primera vez, aunque el resultado nos penalice como adultos.

Buenas tardes Philippe. Había salido pronto de la redacción, el tiempo acompañaba, me encantaban los días largos me cargaban de energía, ya había quedado atrás el largo invierno.

¿Tú por aquí tan pronto? ¿Sandoval ya te ha echado del periódico? No me había sentado en el taburete que ya me había clavado la primera puya.

Qué más quisieras tú que ganar la apuesta, por que el otro día tuviera un encontronazo con él no significa que vaya a tirar la toalla. Tenía un pronto bastante fuerte, así que en la última discusión con Sandoval, le dije a Philippe que tenía los días contados en el periódico y al corredor de apuestas le faltó tiempo para hacer la suya.

No, si la toalla te la van a tirar a ti, pero a la cabeza por bocazas y aún me harás sentir mal por ganar la apuesta. La apuesta era una chorrada, que se le ocurrió a Philippe. Decía que con tanta cafeína como llevaba en el cuerpo era normal que me alterara por cualquier cosa, la verdad es que no era cierto, en mi caso toleraba perfectamente la cafeína y no suponía ningún problema. Así que decidió apostar a que yo estaría un mes tomando cafés descafeinados si abandonaba el periódico, el colmo. El gabacho lo que pretendía es que dejara el café, o aún peor, me quería quitar la vida.

 Yo, que era accionista de Café de Colombia, fan de Juan Valdés, que interpretaba mejor que George Cloney el anuncio de Nesspreso, iba a tomar un descafeinado, lo llevaba claro.

Anda ponme una cerveza bien fría. Philippe se dio media vuelta de camino a la cafetera y me miró atónito, como si con él no fuera la cosa.

Perdona ¿qué me has pedido? Sabía que mi cambio por un zumo de cebada iba a traer consecuencias, pero antes que darle el gusto al sabelotodo me tenía que ir preparando por si perdía la apuesta, no quería una vida descafeinada.

Te lo repito Philippe, ponme una cerveza bien fría. Le hice el gesto de verter la cerveza con el tirador, a ver si así reaccionaba. La verdad no era muy dado a tomar cerveza, rompía un poco con la tradición bebedora de este país, en el que beber cerveza por litros esta socialmente aceptado, pero que alguien rehúse beberla, llama la atención.

Philippe cogió un tubo de cerveza, lo inclinó bajo el grifo y presionó el tirador hacia él, la verdad es que parecía más español que muchos a la hora de tirar la cerveza, tenía arte el gabacho, un dedo de espuma y hasta el borde del cilindro de vidrio sin verter una gota.

Tú, tomando una cerveza, no sé que me he perdido, quizás debería empezar a comprar acciones de Estrella Damm  y vender las de Café de Colombia. Seguro ¿qué no te has dado un golpe al salir de la redacción? Philippe no salía de su asombro, muy desesperado me veía para cambiar el oro negro, por el zumo dorado.

No me pasa nada ¿uno no puede cambiar de vez en cuando? ¿Dónde, hay una norma que tenga que pedir siempre lo mismo? Sin querer me puse a la defensiva, pero era bastante obvio, que no era normal lo que estaba haciendo.

En ningún sitio, desde luego que puedes pedir lo que quieras, solo digo que no es lo normal que tú pidas una cerveza. Aún recuerdo la última vez que pediste una, o ¿quieres qué te lo recuerde? Y el señor remordimientos tiró de su librillo, no me sentía muy orgulloso precisamente de esa última cerveza, porque acabó en plural, para ser más exacto no me acuerdo de mucho, Philippe se aprovechaba de esa circunstancia y cada vez que contaba la historia, añadía algún elemento nuevo, al cual yo no podía rebatir.

Hoy es diferente, no estoy celebrando nada, simplemente hace buen tiempo y me apetece algo fresco. Lo normal era que me pidiera un café con hielo para saciar la sed y el calor.

Verás no quiero ser pesado, pero las personas somos de costumbres muy pronunciadas y lo hacemos porque haciéndolo sentimos seguridad  y a la vez satisfacción, dado que sabemos que el resultado será siempre positivo. Philippe concluyó señalándome la cafetera mientras sostenía una taza de café en la mano.

No querrás que haga algo que sé que no me va a gustar, habrá que probar cosas nuevas, quien sabe. No entendía a que venía esa reflexión existencialista.

Desde luego que has de probar cosas nuevas, es la única manera de saber si eso te va a aportar algo beneficioso o por lo contrario va a ser una mala experiencia. Y Philippe se puso en plan barrio sésamo, en una mano una cerveza y en la otra la taza del café, solo le faltaba, hablar como COCO y decir: “esto es arriba y esto, abajo”.

No sé donde quieres ir a parar la verdad, lo más lógico es que si te pido una cerveza, me pongas unas olivitas o unos cacahuetes, vamos lo que viene siendo algo para picar. Debía ser el único inútil, al que no le ponían algo para acompañar la cerveza, bueno en verdad, ni con el café. Aún esperaba una chocolatina o la típica galleta. A mí lo único que me daba, era la vara.

Ahí está. Y yo pensé ¿dónde? Y ¿el qué? Miré hacia la puerta, pero no había entrado nadie, ni tampoco había sucedido nada fuera de lo normal.

Eso es un cambio de conducta, lo cual quiere decir que estás intentado cambiar algo que no te satisface y empiezas a modificar tus rutinas, como signo de cambio, o espera, no será que no quieres afrontar el problema que tienes y para dejarlo de lado cambias de hábitos. –Ahora ya empezaba a preocuparme Philippe, a ver si era él, quien se había dado el golpe en la cabeza y estaba delirando.

Philippe te repito por última vez que no me pasa nada, las discusiones con Sandoval ya son parte de mí trabajo y como tales las tengo asumidas, no pretendo cambiar nada, me gusta lo que hago y no me va mal del todo. El único problema que no voy a poder superar, eres tú, dándome la vara por pedir una cerveza, a ver si te voy a tener que hacer caso y para esquivarte me voy a ir a la cafetería de más abajo, así modifico mi rutina y pruebo cosas nuevas. Y acabé casi sin aliento, después de soltar mi discurso, agarré el tubo de cerveza y me bebí más de la mitad de un trago, me levanté y sin dejar abrir la boca a Philippe me despedí.

Au revoir mon ami !!!

 

Comentarios

  1. Philippe es un psicologo de barra.....siempre le mete pullitas a Lessans... pero en el fondo es su amigo incondicional.

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