GIANNI EL CONFIDENTE
Sus grandes ojos marrones llenaban mi mirada, el cabello recogido con una media cola caída, hacían resaltar sus rasgos faciales, donde brillaba su amable sonrisa. Informal, pero elegante con su presencia, Nadia no pasaba desapercibida. – Hola Nadia ¿qué haces por aquí? – La verdad es que me sorprendió verla en aquel acto y más cuando llevaba unos días esperando su respuesta a mis mensajes. – Hola Toni, pues trabajando, imagino que igual que tú. – Estaba claro que iba a hablar con la Nadia policía, en su primera frase ya estaba deduciendo lo que hacía, era buena en lo suyo. – Sé que al igual no es el lugar ni el momento, pero esperaba que me contestarás los mensajes, tengo que contarte algo importante. – Mi impaciencia se precipitó y no pude evitar reprenderle su actitud. – Lo siento de verás quería haberte llamado, pero el caso en el que estoy trabajando me tiene absorbida todo el tiempo y no veía manera de poder quedar. – Típica excusa de subinspectora, a la c...